La Pingada del Mayo de Vinuesa (Soria) tiene lugar cada 14 de agosto y con ella se da arranque a las fiestas patronales de la localidad que tendrán el 15, festividad de la Virgen del Pino, como día grande. Es pues un mayo de agosto.
La tradición de la Pingada del Mayo, enraizada en los cultos y ritos ancestrales de exaltación de la primavera y regocijo ante el renacer cíclico de la naturaleza en todo el mundo. Posee esta expresión en numerosos lugares de nuestra geografía y es en Vinuesa (Soria) uno de los pocos que han conservado ininterrumpidamente los usos tradicionales a lo largo de la historia. Aunque eso sí, desplazada en el tiempo al mes de agosto y asimilada a la festividad religiosa lejos del culto pagano que posiblemente la originara y que tal vez tuviera una función de conjuro encaminado a conseguir fecundidad en bosques, cosechas e incluso por extensión en las propias colectividades que lo invocaban.
Quienes han indagado sobre sus orígenes han llegado a situarlos en el Neolítico unos, otros en el mundo greco-romano y algunos en la mitología celta.
Una Pingada del Mayo popular
Son los mozos del pueblo los encargados de “pingarlo” -podría reconocerse un rito iniciático a la edad adulta de esfuerzo colectivo- se trata de replantar los dos mayores troncos de pino hallados en el monte -que en ocasiones llegan a medir los 23 metros de altura- desramados en toda su longitud,con excepción de una pequeña porción en el punto extremo de su copa, a la que se añade una bandera, uno en medio de la Plaza Mayor y otro frente a la Ermita de la Soledad.
El Mayo de la plaza lo corta y trae con yunta de bueyes desde el monte el 13 de agosto el Mayordomo de Propios, el de la Soledad, el capitán de la cofradía de Nuestra Señora que junto con la cofradía de San Roque cumplirán cada año con los usos y costumbres de la tradición con actos religiosos y otros como el que nos ocupa, de otra índole, arraigados en el imaginario colectivo de los visontinos.
Alzando el Mayo con aspas de madera
Armados con grandes aspas construidas con pinos más delgados lo levantarán del suelo e irán aumentando progresivamente el ángulo de inclinación del tronco hasta conseguir insertarlo, casi llegados a la verticalidad, en una oquedad destinada a tal fin en el centro de la plaza. Una vez introducido allí el tronco por su base, que expertos hacheros han tallado de forma adecuada, es fijado mediante cuñas para asegurarlo y que permanezca erguido hasta el día de San Bartolomé.
Crean así los mayos “totémicos” dos espacios en los que se desarrollarán el día 16 el otro gran momento de la tradición ancestral visontina, la danza ritual de La Pinochada.