A la una en punto, como de costumbre, llegó la virgen a su altar situado junto a la Plaza de Toros. Allí aguardaban cientos de almas para formar un cordón humano que llegó literalmente hasta la ermita del Humilladero, primera parada de la patrona hasta su traslado vespertino. Los solaneros y las solaneras vitorearon a la patrona con sus ‘vivas’ intermitentes durante todo el recorrido, en un extraordinario ambiente festivo y de júbilo.
A los acordes del Himno de La Solana, interpretados por la Banda Municipal de Música, la alcaldesa abrió el cochecillo de la virgen en presencia del mayordomo de la cofradía. Acto seguido, sonaría el ‘Himno de la virgen’ que fue cantado por la multitud que se agolpaba en el altar. Autoridades locales, miembros de la cofradía de la virgen de Peñarroya, clero y público en general entonaron las conocidas estrofas que se repetirán durante estos días en cada uno de los actos programados. La capitana, Peñarroya Moreno Peinado, con su simbólica vara de mando en mano, también acompañó los cánticos. Al término de la partitura, la alcaldesa Luisa Márquez, voceó los primeros ‘vivas’. Era la primera vez en la historia que una regidora solanera pronunciaba dichos aleluyas a la patrona.
Posteriormente, comenzaría el traslado hacia el Humilladero con las calles abarrotadas de público. La virgen de Peñarroya y el ‘chatillo’ completaron el recorrido entre palmas, aclamaciones y alabanzas, continuando tras ella medio centenar de vehículos que la acompañaron desde su castillo. La mayoría de estos transportes eran tractores con remolque que transportaban a los cansados pero a la vez contentos romeros de vuelta a casa. Muchos estaban engalanados y otros portaban potentes equipos de música altos de volumen.